¿Sabía que según la Organización Mundial de Propiedad Intelectual (Ompi) Colombia es el cuarto país de Latinoamérica con mayor número de patentes, por encima de países como Argentina y Perú? ¿Y que la mayor concentración de solicitudes de patentes de invención está en Bogotá, seguida por Antioquia, Valle del Cauca y Risaralda?

Una muestra clara del talento y la innovación de la industria nacional, de la cual es ejemplo la empresa colombiana PCP, Partes y Complementos Plásticos, que en sus 30 años y trabajando con plástico de larga vida ha logrado radicar un total de 21 patentes. 

Las patentes son la forma en que las empresas logran mostrar su creatividad y la alta innovación de sus productos. Algo que parece obvio o sencillo, pero que requiere de todo un proceso de planeación, fabricación y registro para que durante 20 años la invención no pueda ser comercializada por otros y así adquiera una posición de prestigio en el mercado. Este registro se logra cuando una creación o solución técnica le aporta beneficios a la humanidad.  

Estos registros aumentan la credibilidad de las compañías y son fundamentales para proteger la innovación de las pequeñas y medianas empresas. Algo que no está garantizado en nuestro medio, en donde muchas empresas de diferentes sectores se han visto afectadas por la llamada copia o plagio. “Nos dimos cuenta de que cada vez que generábamos productos nuevos que tenían un valor agregado importante, la competencia tomaba nota y la enviaba a China para realizar unas copias vulgares. Nunca pensamos que nosotros como compañía nacional íbamos a ser susceptibles a réplicas”, dice Luis Arango, CEO de PCP. 

Esta situación no solo afecta a la empresa, sino también al medio ambiente, ya que los productos que han copiado no han registrado el valor agregado del ahorro y la honestidad en su calidad, por estas razones en empresas como PCP cada avance significativo es sometido a patentes, para proteger la propiedad intelectual de los desarrollos, así como el cuidado del agua. 

La industria del plástico ha exigido innovación y renovación constantes en pro del medio ambiente. Esta materia prima derivada de materiales orgánicos, naturales, como la celulosa, el carbón, el gas natural, la sal, y por supuesto, el petróleo, pasa por investigaciones y diferentes procesos de comprobaciones.

Por eso para Arango, es un desperdicio trabajar con un producto de tan alta calidad realizando productos de vida útil muy corta.  “El plástico es noble y así debe ser tratado, una materia primera que aporte a la humanidad con una vida útil y larga, que toda la investigación y desarrollo valgan la pena; por ejemplo, nuestros productos tienen una duración de 40 a 50 años y son susceptibles de ser reciclados”, enfatiza el CEO de PCP. 

Las 21 patentes de PCP llevan varios mensajes: primero, por el cuidado y ahorro del agua, y darle el uso adecuado, que sea liviano, susceptible de reciclaje, que tenga una vida útil y larga, que requieran de una menor cantidad de materia prima; y, por último, que lleve el sello de ser un producto honesto. 

“Nosotros utilizamos el plástico al 100 por ciento, por ejemplo, las coladas y excedentes de proceso, lo recuperamos para reintegrarlo en otros productos que no requieran un alto grado de resistencia. Si adicionalmente de este proceso hay algún desperdicio, es llevado a las fábricas que hacen estibas o estacas de plástico y de esta manera nos aseguramos de que en cada parte de ciclo haya un aprovechamiento del material”, afirma, Andrea Pastor, gerente de calidad de PCP. 

Esta compañía sigue trabajando con un equipo de calidad, diseño, desarrollo e innovación para crear y realizar productos con plástico en pro del cuidado del agua.